martes, 31 de marzo de 2009

Esto de estudiar tiene sus ventajas. Aprende uno mucho. De la vida y de sus peligros. Un ejemplo es la polémica sobre la Educación para la Ciudadanía, que si Dios quiere tendré que impartirla el año que viene (¡y entonces me mandará al infierno!). Pues bien, acabo de leer un texto interesantísmo que me gustaría compartir.

¡Una cosa es determinar por medio de una ley general, los recursos de las escuelas públicas, las condiciones de capacidad del personal docente, las materias de enseñanza, etc. y velar por el cumplimiento de estas prescipciones legales mediante inspectores del Estado, como se hace en los Estados Unidos, y otra cosa, completamente distinta, es nombrar al Estado educador del pueblo! Lejos de esto lo que hay que hacer es sustraer la escuela a toda influencia por parte del Gobierno!

Totalmente de acuerdo, Fede, el Gobierno no debe intervenir en estas cosas. Ya lo han anunciado los obispos oficialmente. El Estado no puede suplantar a la sociedad como educador de la conciencia moral. Los padres no podemos permitirlo.

El problema, o la gracia, según se mire, es que el texto de arriba no lo ha escrito Federico Jiménez Losantos, sino un Fede distinto, Frederic Engels, o su amigo Karl Marx. Pertenece a la Crítica al programa de Gota y termina

Lejos de esto, lo que hay que hacer es sustraer la escuela a toda influencia por parte del gobierno y de la Iglesia!

Da la impresión de que la Iglesia ataca al Estado confundiendo varias cosas. Por un lado, Gobierno y Estado. Y por otro lado confundienco una asignatura con no sé qué, porque no me ha quedado claro qué es lo que critican de la materia. Del resto sí, que quieren seguir nombrando y controlando, despidiendo y contratando a su antojo a los profesores de religión, pero pagando todos los españoles. No voy a entrar en el laicismo que debe tener la enseñanza pública, ni en el lío de la concertada, pero sí en las críticas a la misión moralizadora. La Iglesia acusa al Estado de quererse arrogar un derecho de las familias. Si las familias son las educadoras morales, ¿qué tienen los obispos que decir? Los obispos no tienen familias. ¿Por qué hablan en nombre de ellas?

El Estado no debe educar moralmente, debemos hacerlo nosotros, los curas. Ea, ahí queda.

martes, 3 de marzo de 2009

Miedo, tengo miedo

Llevo mucho tiempo este curso diciendo cosas, salidas de tono, ejemplos actuales... y no está pasando nada, ningún padre enfadado, ningún alumno cabreado... Y me está empezando a entrar el miedo. ¿Qué pasará ahora? Lo más normal es que las opiniones contradictorias, las directamente contrarias al wishfull thinking acaben molestando a alguien. Y una cosa es despertar conciencias y otra muy distinta molestar. No se me ocurriría molestar a nadie en clase, ni siquiera a los que duermen...

Hay temas que reconozco son más difíciles de tratar con tranquilidad, sine ira ac studio, como el papel de la Iglesia durante la República, la guerra civil o el régimen de Franco. Por cierto, ¿cómo es que no adelgazó él llevando 40 años de régimen? Quizás porque adelgazaran el resto de los españoles.

En fin, que vuelvo a uno de mis temas preferidos, ser neutral o no. Creo que hay temas en los que hay que ser neutral, por ejemplo, creo que los gustos musicales son un buen ejemplo. Criticar que siempre se escuche lo mismo es diferente a criticar que lo mismo sea flamenquito o hip-hop. Todo puede ser válido en ese prisma. Pero a veces, se trata, no de dar todo por bueno -neutralidad-, sino de todo lo contrario, de dar todo de vuelta y media, criticar lo criticable de todo. Es la diferencia entre el relativismo buenrollista y una postura adulta. No todo de todo es bueno. Puedes tener costumbres distintas y derecho a tener costumbres distintas, pero en todas hay cosas manfiestamente mejorables.

Esto me lleva al siguiente paso, como digo en churretes, nadie tiene la verdad al completo, pero hay quienes están completamente equivocados. El relativismo buenrollista y el posmoderno tienen en común que todo vale, que todos los modos de pensar tienen sus cosas positivas. Es algo evidente, nadie tendría un modo de pensar totalmente negativo para él y para los demás, algo de bueno deberá sacarlo. Pero ser bueno para uno y ser bueno para todos creo que es algo distinto. Por ejemplo, Nietzsche habla de la voluntad de poder y de la alegría de vivir. Hasta ahí correcto, pero esa voluntad, cuando se impone a los demás, que por eso mismo son inferiores... bueno, creo que eso es más criticable que una ética kantiana. Y por supuesto hay cosas mucho peores. El racismo, el machismo y la xenofobia creo que son peores.

Otro día hablaremos de la tolerancia, que creo que se está convirtiendo en el valor clave de una sociedad intolerante, cuando no deja de ser un simple punto de partida.

Multitud de frases nos llevan a pensar equivocadamente: "sobre gustos no hay nada escrito", ¡anda que no, libros y libros!, hay una rama entera de la filosofía, la estética. O el libro de gustos está en blanco, pero creo que hay páginas manchadas, etc. Creo que tenemos el deber de buscar la mejor de las ideas, cuando, en realidad encontramos una por casualidad y nos la quedamos. Es como si ligáramos con la primera tía de la noche sin esperar a ver la discoteque entera (la broma machista está implícita). Es mejor cambiar de ideas para mejorar que obstinarse en mantener una a toda costa simplemente porque "es mi idea".

Ese es el motivo de introducir la crítica en las clases, hacer repensar las ideas, y si te sigue gustando la tuya, enhorabuena, tienes buenas ideas. Al final resultará que cambiamos de novia o de coche antes que de cepillo de dientes o de ideas, cuando son más bararatos estos últimos.

Un saludito