miércoles, 2 de octubre de 2013

martes, 12 de enero de 2010

De la mesa al río 1


Estoy estudiando muchas cosas a la vez en estos días. Y me he quedado en las relaciones entre el pensamiento y el lenguaje. Hay teorías que sospechan que el pensamiento y la realidad están ahí y el lenguaje lo que hace es copiarlas, hacer una imagen de ellas. El lenguaje sería un reflejo de la realidad. En el extremo contrario tenemos los que opinan que nuestra inteligencia está lingüísticamente estructurada y terminan por identificar pensamiento y lenguaje. En cierta forma es el problema del nominalismo en filosofía. Esto viene de la sociología del conocimiento, que plantea que la realidad no existe, sino que nosotros, culturalmente la definimos, la de-finimos, ponemos los límites.

Decía Chomsky que el lenguaje era innato, y lo demostraba con algunos ejemplos (los mismos tipos de errores “rompido” por “roto”, cuando nadie escucha “rompido”) y también porque todos los lenguajes utilizaban la estructura Sujeto-Verbo-Complementos. Alguien realiza una acción sobre algo... etc. Sin embargo hay autores que critican esta concepción. Hay en todos los idiomas Complemento Directo porque es necesario actuar sobre “algo”, no sería una categoría lingüística, sino una categoría de la acción, de la realidad.

Pero volvamos a la de-finición, a la de-limitación que hacemos a través del lenguaje.

Por ejemplo ‘árbol’ parece un sustantivo sencillo. Fácilmente identificable, cuantificable incluso. Pero, ¿qué es un árbol? O dicho de otra forma, ¿dónde están los límites del árbol? En lo que se ve en la superficie, en las raíces, en qué pelillo de las raíces, en qué capilar se diferencia el ser vivo de la materia inerte. El líquido que corre por la sabia, ¿forma parte del árbol? El oxígeno que desprende tras la fotosíntesis, ¿cuándo deja de ser parte del árbol? Somos los observadores los que identificamos, de-limitamos el árbol y entendemos, nos comunicamos su realidad como tal. Quizás sea sólo un constructo hipotético, que nuestra mente gestálticamente intuye como las figuras de una nube, que asociamos a una cara, desechando los cúmulos que no forman parte de esa buena estampa.

Mucho más terrenal es plantarse la limitación a la definición de árbol. Un olivo es un árbol, un acebuche, ¿es un arbusto? ¿Dónde está el límite que los separa? Evidentemente el límite será arbitrario, pero esa misma arbitrariedad, esa falta de necesidad de existencia ontológica del árbol separada del arbusto puede inducir a pensar en que las categorías no son “realidad”, sino que son sólo palabras.

De la mesa al río. 2


Hay diseñadores gráficos, videoartistas, cineastas que juegan con pasar de una cara a otra modificando ligeramente, paso a paso, los rasgos. Incluso entre varios objetos muy diferentes. Propongo hacer un juego mental parecido. Pasar de un objeto a otro mediante cambio imperceptibles, en los que cada objeto pase a ser otro, sin dejar de serlo, pero que sea difícil definirlo. De un árbol a un arbusto, de un arbusto a una hierba.

Propongo pasar de una mesa a un río.


Paso 1- Una mesa si es muy baja puede seguir siendo una mesa, pero puede ser también definida como mesilla

Paso 2. Una mesilla con cierta forma recia sería difícil distinguirla de un taburete.

Paso 3. Un taburete de madera o plástico podría ser también de piel.

Paso 4. Un taburete de piel, se puede ver como un puff.

Paso 5. Un puff puede convertirse en un cojín, si es muy bajito. A muchas personas les parecería un puff y otras lo tomarían por un cojín.

Paso 6. Un cojín muy delgado podría ser un pequeño tapetito.

Paso 7. Un tapetito puede ser una alfombrilla.

Paso 8. Una alfombrilla desgastada sería todavía una alfombrilla.

Paso 9. Una alfombrilla muy desgastada se confunde con el suelo.

Paso 10. El suelo con un charco es un suelo.

Paso 11. Un charco es un arroyuelo cuando llueve.

Paso 12. Un arroyo es un río pequeñito.

Luego una mesa es un río.

no a la escuela


No comprendo, sinceramente, cómo nos gastamos el dinero de las ONGs en poner escuelas en Africa, Latinoamérica o en la India, y mientras, nuestros alumnos lo único que desean es que no haya escuela. Media vida luchando por el derecho a la educación y ahora, los chicos no quieren aprender (ojo, lo de no querer estudiar, lo entiendo, trabajar cansa)

Otra moda es posible.


En casi cualquier consejo de administración de cualquier empresa se da por sentado que la empresa debe ajustar sus productos a la población, y así conseguir mayor cota de marcado. A nadie se le ocurre forzar a la clientela a adoptar nuevos hábitos diarios para poder acceder a nuestro producto. Ni a Risto Mejide.ni a ningún publicista loco se le ocurriría. Bueno, pues hay algunas industrias que sí lo hacen: la electrónica y la moda. Y la electrónica tiene un pase, porque no obliga directamente a un cambio de hábitos, sino que “da satisfacción” a necesidades.

Lo de la moda no deja de dejarme impávido. Todo el mundo tiene que ajustarse a unas medidas. En vez de hacer tallas para todos los gordos culos, obligan a todos los culos a adelgazar. ¡Vaya estrategia! Ya me gustaría a mí tenerla para obligar a estudiar a los alumnos.

Nunca demasiado rico, nunca demasiado delgada. Comprendo que la obesidad mórbida es un grave problema, y que el colesterol y las grasas saturadas complican la vida cardíaca, pero, ¿no hay un término medio? El problema no es que se muera más gente por obesidad que por anorexia. Pero es que es una tiranía inmensa. Tú puedes conseguir un cuerpo más o menos proporcionado, salirte algo de la media, pero el modelo anoréxico de belleza no tiene fin. Bueno, sí tiene una finalidad, el hacerte sentir siempre inseguro, siempre fuera del alcance de la perfección, siempre frustrado. La felicidad no hace que compres, la frustración sí.

Dicen que en los USA encuentras ropa para gordos de moda, pero aquí es imposible. Es un discurso dictatorial sobre el cuerpo. Y sobre el alma. Si no adelgazas eres poco menos que un débil mental, que no tiene voluntad de ponerse a dieta o hacer ejercicio. Y sumamos el gran éxito mediático y social de la anorexia como enfermedad de las chicas inteligentes y que sabe de autocontrol… Soy gordo, y no por eso soy tonto.

Por un lado, incluso la administración tiene programas para la obesidad infantil, pero por otro lado, las comidas preparadas y la bollería industrial inducen a consumir sin medida. Es un verdadero choque de motivaciones. Toda la vida haciendo dieta, no ya por el pecado de la gula, sino por estar sano. De nuevo Foucault, pasamos de la sotana negra que todo lo del cuerpo lo veía pecado, a las batas blancas de los nutricionistas, médicos y psi(cólogos, quiatras, coterapeutas…). De nuevo el cuerpo es el enemigo.

PD. Este post, como tantos, está inspirado en el fabuloso mundo de eulalia, pero la responsabilidad es totalmente del conductor

PD. Lo que me da también mucho miedo es estar de acuerdo con un gobierno… uy, uy, uy

El secreto, la intimidad y el extraño

aka la mentira, la intimidad y el extraño

Una de las maneras más directas de llegar a la otra persona, al otro, es el secreto. Compartir un secreto es la manera más evidente de compartir una intimidad, de crear una burbuja compartida, de unirse la espuma de mar. Conocer el secreto de otra persona es invadirla, es violentar su mismidad, sentir cómo introduces un endoscopio moral. No sabes muy bien qué buscas, ni qué significa, ni siquiera qué vas a encontrar, porque, recordamos que el secreto es, en realidad, la metáfora de algo más íntimo. Puedes llegar a lo más profundo o sólo mirar bajo la epidermis, puedes conocer que guarda la pelusa bajo la alfombra o puedes descubrir cuán profunda es su alma. Lo que siempre tienes es la puerta abierta a su intimidad. Si esa puerta es abierta por confesión. Pero, si llegas al secreto de alguien, pero no porque lo haya compartido, sino por casualidad, por indiscreción o por la cualidad de investigador que todos llevamos dentro, entonces la burbuja no se funde en la espuma del mar. Entonces eres el extraño, que sabe algo, que intuye algo, pero que no comparte la intimidad, que no crea ese universo alrededor.

Una pesada carga es compartir un secreto, y una pesada carga también es conocerlo y no compartirlo. Siempre te preguntas si debes actuar como si lo supieras, tienes la tentación del chantaje emocional, miras a la otra persona con ojos de extraño y de cómplice. No es una mirada de complicidad, sino de desconfianza y pensando ¿qué me ocultará a mí?

El secreto es siempre una metáfora, ocultar un secreto es, además, ocultar una falta, una pieza que falta del puzzle.

contra la ecología


Sí, ya sé que suena un poco a boutade, pero es que me parece sospechoso que se pueda ser ecologista de izquierdas y de derechas. Creo que es una tomadura de pelo, hacernos sentir culpables por no gastarnos ocho veces más en una lámpara de bajo consumo, obligarnos a tener cinco bolsas de basura distintas, y no dormir por los pobres linces... mientras muere gente en el estrecho y las diferencias entre ricos y pobres son cada vez mayores. A veces digo que soy racista, que creo que mi preocupación por la RAZA HUMANA está por encima de las demás razas animales.

De todas formas, mejor eso que nada.