martes, 12 de enero de 2010

Otra moda es posible.


En casi cualquier consejo de administración de cualquier empresa se da por sentado que la empresa debe ajustar sus productos a la población, y así conseguir mayor cota de marcado. A nadie se le ocurre forzar a la clientela a adoptar nuevos hábitos diarios para poder acceder a nuestro producto. Ni a Risto Mejide.ni a ningún publicista loco se le ocurriría. Bueno, pues hay algunas industrias que sí lo hacen: la electrónica y la moda. Y la electrónica tiene un pase, porque no obliga directamente a un cambio de hábitos, sino que “da satisfacción” a necesidades.

Lo de la moda no deja de dejarme impávido. Todo el mundo tiene que ajustarse a unas medidas. En vez de hacer tallas para todos los gordos culos, obligan a todos los culos a adelgazar. ¡Vaya estrategia! Ya me gustaría a mí tenerla para obligar a estudiar a los alumnos.

Nunca demasiado rico, nunca demasiado delgada. Comprendo que la obesidad mórbida es un grave problema, y que el colesterol y las grasas saturadas complican la vida cardíaca, pero, ¿no hay un término medio? El problema no es que se muera más gente por obesidad que por anorexia. Pero es que es una tiranía inmensa. Tú puedes conseguir un cuerpo más o menos proporcionado, salirte algo de la media, pero el modelo anoréxico de belleza no tiene fin. Bueno, sí tiene una finalidad, el hacerte sentir siempre inseguro, siempre fuera del alcance de la perfección, siempre frustrado. La felicidad no hace que compres, la frustración sí.

Dicen que en los USA encuentras ropa para gordos de moda, pero aquí es imposible. Es un discurso dictatorial sobre el cuerpo. Y sobre el alma. Si no adelgazas eres poco menos que un débil mental, que no tiene voluntad de ponerse a dieta o hacer ejercicio. Y sumamos el gran éxito mediático y social de la anorexia como enfermedad de las chicas inteligentes y que sabe de autocontrol… Soy gordo, y no por eso soy tonto.

Por un lado, incluso la administración tiene programas para la obesidad infantil, pero por otro lado, las comidas preparadas y la bollería industrial inducen a consumir sin medida. Es un verdadero choque de motivaciones. Toda la vida haciendo dieta, no ya por el pecado de la gula, sino por estar sano. De nuevo Foucault, pasamos de la sotana negra que todo lo del cuerpo lo veía pecado, a las batas blancas de los nutricionistas, médicos y psi(cólogos, quiatras, coterapeutas…). De nuevo el cuerpo es el enemigo.

PD. Este post, como tantos, está inspirado en el fabuloso mundo de eulalia, pero la responsabilidad es totalmente del conductor

PD. Lo que me da también mucho miedo es estar de acuerdo con un gobierno… uy, uy, uy

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